Por propia experiencia


Simone Weil trabajó durante unos meses en los talleres de la Renault y la Alstom, en los alrededores de París. Las jornadas extenuantes acabaron por arruinar su precaria salud. Fruto de esa experiencia es su libro La condición obrera, una reunión de textos heterogéneos (cartas, diarios, artículos) que permite conocer las durísimas condiciones de vida de los obreros en la década de los años 30.
Tal vez Weil se cruzara en París hacia 1933 con un inglés de mal aspecto. George Orwell vivía en un barrio obrero y trabajaba 14 horas diarias como lavaplatos en un restaurante. Medio muerto de hambre y fatiga regresó a Londres y se convirtió en vagabundo. Su historia la cuenta en Sin blanca en París y Londres.
Los dos murieron jóvenes. Una inquietud extraña los llevó a descender a los infiernos de la sociedad: chinches, humillaciones, alcoholismo, sordidez, ignorancia, hambre, apatía, miseria. Vistos los tiempos que corren Simone Weil y George Orwell tienen mucho que enseñarnos. El sueño del socialismo (que los socialistas han sido los primeros en traicionar) ha saltado por los aires. Regresamos a la década de los años 30.

No hay comentarios:

Publicar un comentario