Bárbaros de nuestros días

Esta vez el video puede verse: los salvajes del Estado Islámico destrozando a mazazos estatuas en un museo de Mosul. Lo acabo de ver en El País. Ahí están esos tarados, grabando sus hazañas, campando por sus respetos, pretendiendo acojonar a Occidente o lo que ellos llamen Occidente. Perpetrando crímenes horrendos: degollamientos, el piloto jordano en la jaula, etc. Han identificado hace poco a uno de esos criminales que aparece en un video escupiendo su imbécil letanía, blandiendo un cuchillo, antes de matar a un cautivo: es un joven inglés de buena familia, un pijo malcriado en el oeste de Londres. A ese cabrón le gusta lo que hace. Fanáticos como los que asesinaron a los dibujantes del Charlie Hebdo, o el último imbécil que actuó en Copenhague. Estos demonios muestran a qué extremos de bajeza y degeneración puede llegar el ser humano. ¿Quién les financia? ¿Quién les deja actuar impunemente? Todo es endiabladamente confuso, menos su crueldad.

Un poema de Ana Vega



LA BICICLETA

Agradeceré siempre haber conocido el triángulo laboral
desde sus tres vértices: la parte superior, inferior e intermedia.
Mi madre utilizaba la bicicleta como vehículo para trasladar
miles de peces muertos que luego vendía
tras kilómetros y kilómetros de carretera
y bosque y tierra y zapatos rotos.
Mi padre siempre recuerda la dureza de los dientes al comer maíz.
“Hoy no volváis a casa porque no hay nada para comer”, decía mi abuelo,
y todos sus hijos buscaban una casa donde ofrecer sus servicios
a quienes ofrecían alimento como pago a niños por la agilidad de sus manos.
Mi madre tiene siempre presente el lugar en el que te coloca apenas saber
colocar letra tras letra, y la impotencia que eso te provoca en el pecho
ante una simple carta. Y la impunidad que sigue a ese hecho.
A mi tía le hubiera gustado estudiar y por eso devora libros aún hoy,
como si de algún modo lograse recuperar el tiempo arrancado de sus manos.
Aprendí el significado de poseer cosas muy pronto
y todo lo que significa no tenerlas.
También que a las señoras de bien les gusta escoger a niñas de familia humilde
pero que sin embargo son “finas” y “educadas”
-dieron por hecho que la cultura de los libros sólo alcanzó a los que pudieron comprar
dicha cultura y dichos libros-
puesto que la cultura viene de cuna, de cuna y ornamentos, dicen,
pero no de la pureza del alma que surge de modo natural,
seguimos malinterpretando el mundo…
Veo en este tejido familiar la raíz de quien soy ahora y muchas de las alteraciones
que sufro al contemplar cómo la escena se repite
y negarme a tragar mentira alguna
pues en mi piel y en mí llevo la experiencia,
conciencia e instinto de más de una generación entera,
como para que alguien venga a decirme ahora
que las cosas han cambiado o que a alguien le interesa dicho cambio.
Mi madre utilizaba una bicicleta prestada como instrumento de trabajo,
mi padre no llegó a tenerla,
años y años entregados a otros, otras, digamos los de arriba, digamos,
digamos los que pueden y las que pueden con absoluta impunidad,
que ahora siguen jugando con los mismos elementos.
La bicicleta sigue siendo en nuestra familia un objeto de deseo
que no hemos conseguido rozar siquiera.
Hay cosas que no cambian nunca.

El cuentu la calavera

Cuando tenga tiempo contraeré el cuentu la calavera de Schiller. A Schiller lo enterraron en Weimar en 1805, casualmente el año que murió, ni antes ni después. Pasaron unos veinte años y alguien se dijo: "pero cómo es posible que Schiller esté esqueletizado y no hagamos nada por recuperar los restos del gran poeta". Durante tres noches una brigada de exhumadores bajó a la cripta donde lo habían depositado 20 años antes. Encontraron un caos de moho y podredumbre y un hedor insoportable. Schiller se había confundido con los restos de otros difuntos anónimos, con la humanidad, diríamos. El jefe de la brigada, que había conocido personalmente al glorioso vate, se llevó a casa unas 20 calaveras y trató de identificar la de Schiller. ("Tiene que ser la más grande, porque era un genio" razonó). Esto llegó a conocimiento de Goethe. Goethe creyó tener en las manos la calavera de su amigo y escribió un poema sobre el particular. Luego resultó que aquella calavera era falsa, lo que Goethe no supo jamás.  Hay en Alemania un científico forense que lleva 50 años investigando el paradero de la calavera de Schiller. Es una forma de pasar la vida como otra cualquiera. Pruebas de ADN, cotejadas con descendientes de Schiller y los medios tecnológicos más avanzados no han dado resultado. Se sospecha que Schiller pudo ser uno de los  200 hijos ilegítimos que tuvo el duque de Wurtemberg, Carlos Eugenio.

Figaro y Karl Moor

En enero de 1782 tuvo lugar en el Teatro Nacional de Mannheim el estreno de Los Bandidos, drama escrito por un chaval de 22 años llamado Friedrich Schiller. El éxito fue clamoroso y Schiller se hizo célebre de la noche a la mañana en toda Alemania. Los aristócratas aplaudieron la obra sin sospechar la carga ideológica y la tormenta eléctrica que contenía y que iba dirigida contra sus privilegios sociales. En abril de 1784 se estrenó en el Teatro del Odeón de París, después de mucho trabajo con la censura, el drama Las Bodas de Fígaro, de Beaumarchais. Otro éxito tremendo aplaudido en París por la misma nobleza que aplaudió en Mannheim la pieza de Schiller. Dos signos de la nueva época que empezaba a asomar en el horizonte. Auroras de la Revolución Francesa en el teatro. Siempre hay algo en el aire que anuncia los grandes cambios históricos. Anuncios aclamados por las futuras víctimas.

Delacroix, escritor

La pintura de Delacroix non mi piace. En el Louvre pasaría de largo por la sala Delacroix (pronúnciese "delacruá"). Era un gran pintor aunque no entendamos qué quiere decir eso (sólo entendemos lo que vale por el dinero que cuesta, las obscenas subastas). Además de gran pintor, escribía de maravilla. Delacroix -con Baudelaire, por ejemplo- es uno de los primeros que adivina lo que será el mundo moderno. Y no es que no le guste, no: es que abomina de él. ¡Pues no conociste el siglo XX! Aparte de Hiroshima y todo eso, te libraste de la publicidad, del fútbol, de los suplementos de cultura, de la televisión, las rebajas, el chándal o la podredumbre del socialismo (que a todos nos gustan las suites en hoteles de lujo).

Unas líneas extraídas de su formidable Diario: 

Es evidente que la naturaleza se preocupa muy poco de que el hombre tenga espíritu o no. El hombre verdadero es el salvaje: encaja con la naturaleza tal como es. Tan pronto como un hombre agudiza su inteligencia, aumenta sus ideas y la manera de explicarlas, adquiere necesidades y la naturaleza se le opone en todo. Es necesario hacerle violencia continuamente. ¿Qué importa al paso de las estaciones, al curso de los astros, los ríos y los vientos, el Partenón, San Pedro de Roma y tantos milagros del arte? Un temblor de tierra, la lava de un volcán harán justicia: los pájaros anidarán en estas ruinas, las bestias salvajes sacarán los huesos de los fundadores de sus tumbas entreabiertas. 

El primer valor de un cuadro es el de ser una fiesta para los ojos. 

Ví allí, a lo largo del camino, una procesión de hormigas que desafío a los naturalistas que me expliquen. Toda esa tribu parecía desfilar en orden como para emigrar; un pequeño número de obreras remontaba la corriente en sentido contrario. ¿A dónde iban? Estamos encerrados en total confusión, animales, hombres, vegetales, en esta inmensa caja que se llama Universo. 

Leer memorias, libros de historia, consuela de las miserias ordinarias de la vida por el cuadro de errores y de miserias humanas. 

La arquitectura ha caído en nuestros días en una completa degradación. 

Qué débil es el hombre y qué fácilmente cambia en sus emociones y resoluciones. Ayer noche tenía una tristeza mortal. Volviendo de la cena, no veía más que catástrofes. Esta mañana, la vista del campo, el sol,  la idea de evitar un tiempo más esa confusión horrible de Paris me han tranquilizado. Feliz o desgraciado, lo soy casi siempre de manera extremada.

O grito

Pegan a la mujer o al perro y encima le tapan la boca. En las peores palizas nos tapan la boca. ¡Dar un enorme grito que reventara el universo! El universo, el jodido universo... En este mundo (cuando se descorre el velo y se ve lo que realmente es) el corazón se rompe o se petrifica. Herz aus Stein. Zerbrochenes Herz. Y un poquito de alemán, que nos sienta muy bien.

Le chagrin finit par tuer

Le bonheur est salutaire pour le corps, mais c’est le chagrin qui développe les forces de l’esprit. D’ailleurs, ne nous découvrît-il pas à chaque fois une loi, qu’il n’en serait pas moins indispensable pour nous remettre chaque fois dans la vérité, nous forcer à prendre les choses au sérieux, arrachant chaque fois les mauvaises herbes de l’habitude, du scepticisme, de la légèreté, de l’indifférence. Il est vrai que cette vérité, qui n’est pas compatible avec le bonheur, avec la santé, ne l’est pas toujours avec la vie. Le chagrin finit par tuer. À chaque nouvelle peine trop forte, nous sentons une veine de plus qui saille et développe sa sinuosité mortelle au long de notre tempe, sous nos yeux

La felicidad es saludable para el cuerpo, pero es el dolor el que desarrolla las fuerzas del espíritu. Por otra parte, aunque no nos descubriera cada vez una ley, no por eso sería menos indispensable para llevarnos cada vez a la verdad, para obligarnos a tomar las cosas en serio, arrancando cada vez las malas hierbas de la costumbre, del escepticismo, de la ligereza, de la indiferencia. Cierto que esta verdad, que no es compatible con la felicidad, con la salud, no lo es siempre con la vida. La pena acaba por matar. A cada pena más fuerte, sentimos una vena más que se abulta, que desarrolla su sinuosidad mortal a lo largo de nuestra sien, bajo nuestros ojos. 

 Marcel Proust, El tiempo recobrado