La inmortalidad

Aristóteles escribió en la "Ética a Nicómaco, X" estas aladas palabras, que diría Homero: 

"Una vida semejante (la vida contemplativa), sin embargo, podría estar quizá por encima de la condición humana, porque en ella no viviría el hombre en cuanto hombre, sino en cuanto que hay en él algo divino. Y todo lo que este elemento aventaja al compuesto humano (cuerpo y alma), todo ello aventaja al acto de cualquier otra virtud. Si, pues, la inteligencia (o el espíritu) es algo divino con relación al hombre, la vida según la inteligencia será también una vida divina con relación a la vida humana. Mas no por ello hay que hacer caso a quienes nos aconsejan, con pretexto de que somos hombres y mortales, que pensemos en las cosas humanas y mortales, sino que en cuanto nos sea posible hemos de inmortalizarnos y hacer todo lo que esté de nuestra parte para vivir según lo que hay de más sublime en nosotros. Pues si este principio divino es pequeño por el espacio que ocupa, está por su poder y dignidad por encima de todo.

Quizá Dante tuviera en mente esta idea de Aristóteles cuando hizo decir a Ulises (patrono de los audaces) en el Infierno:

Considerate la vostra semenza:
fatti non foste a viver come bruti,
ma per seguir virtute e canoscenza.


Primo Levi recordó en un sitio llamado Auschwitz estos versos.

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